me divierto
y convierto el bostezo
en eso que hacemos polvo
-revertido polvo,
el volátil olvido de la muerte-.
Y vierto mis polvos en vos
que desempolvás mis pueblos
y repoblás mis polvaredas de voz
-voz volcada volcán
en cada zancada del placer-
y ahora sé que tengo una mujer
que vale oro,
oro en polvo.
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