La poesía de
Mara recrea un infinito particular, aquel que se esconde en el secreto de la
observación y la evocación de sonidos primigenios, desconocidos. Su mundo se
adentra en aquellos misterios por los que uno siempre se pregunta en algún
momento, cuando se logra trascender la cotidianeidad: Esto es una apariencia/ marca de aguja invisible/ sobre la cáscara/ del
fruto que encarnamos.
En su poética
cabe la sonoridad de lo intrínseco, de lo propio, de lo humano. Mara pincela sus
versos y se deja escribir, se arroja a una danza frenética donde se huye y se
encuentra, siendo, simplemente, lo que es: Soy
en el espejo/ diluida visión de humo
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