¿Cómo
acercarse a la poesía de Tony Zalazar, si no es con una piedrita para jugar a
la rayuela? ¿Acaso se puede saltar de verso en verso sin tentarse; sin
experimentar la sonrisa en los ojos? Este
poeta del norte invoca “payés” para que su palabra no madure –todavía- para no
vestirla de etiqueta. Obsesionado con su parte lúdica, onanista del verso
sádico, por momentos comete la travesura de ternurear la hoja hasta el
cansancio y somete a las figuras retóricas a sus reglas: “La comparación
como un gato/ pegado a la palma de tu caricia”; “La aliteración, alitas cálidas/
que alientan la canción”
Tony hace de su poética un arte carcajeante: Minar
de anécdotas el presente/ para que de repente / estalle en risas/ la pisada del
recuerdo.
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