La voz de Malkka nos sugiere una urgencia de mujer entre las
sombras, como claramente ella misma lo declara: Soy una antigua mujer, confieso ser la absoluta emigración de sombras
hacia un olvido.
Tal vez su palabra, femenina, doliente, adquiera un matiz de
otros tiempos, el del recuerdo mutilado de preguntas sin respuestas. Estos
versos inventan las formas de lo terrenal, de lo más humano, aquello que se
queda tocando las honduras del ser. Su poesía, absolutamente carnal, y por tal, palpable y concreta,
ofrece, a su vez, un espejismo de seducción que nos conduce a un misterio sin salidas
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