Cuerpo de hiedra
apartada del muro,
cuerpo usurpado.
No son mis dientes
los que encienden los nervios
de encías saladas por cepillos,
de caries dolidas por estar tan solas,
de bocas prensadas.
No es mi rodilla
la que visita los muslos de la noche
ni es mi costillar el que te sangra
entre los dedos.
Yo soy tan sólo un
cuerpo proletario,
un desposeído más entre
los cuerpos,
un revolucionario
apócrifo, un cuerpo en armas,un cuerpo destinado a estar sin cuerpo,
al menos sin el tuyo;
y las caries me duelen,
y el costillar me sangra,
y su cuerpo se empeña en usurparme,
y tu cuerpo me ignora;
y yo oculto mis hojas creyendo en la palabra,
creyendo en el mañana que se acerca
porque
llegará el día, la hora o el poema
en que los dientes de él se habrán caído
y mi cuerpo de liquen será verde
creciendo entre tus piernas
con tu agua.
(de La soberbia del monje)
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